viernes, 11 de febrero de 2011

El Valor de la Vida

EL VALOR DE LA VIDA

Mataría Ud. a su hijo…?, a su familia…? . Entonces… porqué lo intenta muy a menudo…?

Un niño  asesinado  por un delincuente genera un lógico revuelo mediático y,  lógico también,  un extraordinario despliegue investigativo y una no menor repercusión entre la ciudadanía.
Un niño asesinado por su padre mientras  lo transportaba en su coche por una ruta cualquiera, circulando a 180 Kmts. por hora y  adelantándose irregularmente a otros vehículos,  es solo una cifra más.
A cuatro años de Cromagnon,  hoy en día todavía sus muertos se proyectan exponencialmente en los medios;  en contrapartida  nada se ve o escucha sobre la reciente tragedia del paso a nivel de Dolores, ningún medio se ocupa de hacer conocer las secuelas del accidente en los cuerpos heridos,  en las mentes alteradas, en los corazones rotos por trágicas partidas. 
Los llamados accidentes de tránsito no son tales,  son siniestros. Accidente es algo imprevisible e inevitable (un terremoto o un huracán); un siniestro es un acontecimiento que el ser humano lo crea por acción u omisión;  en el caso de los viales, por acción (circular temerariamente) o por omisión (no acatamiento a las normativas); en consecuencia, un siniestro -y sus dolorosas consecuencias- es algo que puede ser perfectamente evitado.
Volviendo a lo de Dolores, para casi todos fue solo un desgraciado ACCIDENTE en el que un TREN   embistió a un COLECTIVO;  y ese es otro aspecto negativo a tener en cuenta:  en el tráfico se habla de vehículos y casi no se menciona a los conductores. Conciente o inconcientemente se despersonaliza a la cuestión (son los vehículos…) y las personas pasan a ser meros números que engrosan las siniestras estadísticas.
Quienes nos preocupamos por la seguridad vial notamos un pequeño avance y confiamos en que este se incremente lo mas rápidamente posible,  pero sabemos también que el camino es arduo,  y  que sin la participación de toda una sociedad  -conductores, peatones,  padres, madres, esposas, abuelas,  hijos y amigos- nunca llegaremos a buen puerto. 
El que conduce lo debe hacer respetando las normas y al prójimo, y los que no conducen deben hacerlo también o intervenir firmemente -involucrándose- ante quienes conducen equivocadamente.
Mas de dos mil muertos, alrededor de nueve mil heridos, una cifra aún mayor de personas con secuelas sicológicas graves en nuestro país  -en apenas cien días del 2008-  deberían hacernos reflexionar y pensar que existe una altísima probabilidad de ser nosotros mismos –o cualquier ser querido- quienes integren mañana esa fatídica lista.
Respetemos las normas del transito. Desterremos para siempre la posibilidad de convertirnos –en milésimas de segundos-  en asesinos de nuestra propia familia.

David Ceruti

Cumplir sesenta en los 2011

TENER SESENTA EN EL SIGLO XXI  
Si miramos con cuidado podemos detectar la aparición de una franja social que antes no existía: la gente que hoy tiene alrededor de sesenta años.   Es una generación que ha pateado fuera del idioma la palabra "sexagenario", porque sencillamente no tiene entre sus planes actuales el hecho de envejecer.
Se trata de una verdadera novedad demográfica parecida a la aparición en su momento, de la "adolescencia", que también fue una franja social nueva que surgió a mediados del siglo veinte para dar identidad a una masa de niños desbordados en cuerpos creciditos, que no sabían hasta entonces  dónde meterse, ni cómo vestirse.
Este nuevo grupo humano que hoy ronda los sesenta, ha llevado una vida razonablemente satisfactoria.  Son hombres y mujeres independientes que trabajan desde hace mucho tiempo y han logrado cambiar el significado tétrico que tanta literatura rioplatense le dio durante décadas  al concepto del trabajo.  Lejos de las tristes oficinas de J.C. Onetti o Roberto Arlt, esta gente buscó y encontró hace mucho la actividad que más le gustaba y se ganó la vida con eso.  Supuestamente debe ser por esto que se sienten plenos...algunos ni sueñan con jubilarse.
Dentro de ese universo de personas saludables, curiosas y activas, la mujer tiene un papel rutilante.  Ella trae décadas de experiencia de hacer su voluntad, cuando su madre sólo podía obedecer,  y de ocupar lugares en la sociedad que su madre ni habría soñado con ocupar.  Esta mujer pudo sobrevivir a la borrachera de poder que le dio el feminismo y en determinado momento de su juventud en el que los cambios eran tantos, pudo detenerse a reflexionar qué quería en realidad.  Algunas se fueron a vivir solas, otras estudiaron carreras que siempre habían sido exclusivamente masculinas, otras eligieron tener hijos, otras que fueron periodistas, atletas, o crearon su propio "YO S.A.".  Pero cada una hizo su voluntad.  

Reconozcamos que no fue un asunto fácil y todavía lo van diseñando cotidianamente.  Pero algunas cosas ya pueden darse por sabidas, por ejemplo que no son personas detenidas en el tiempo;  la gente de sesenta maneja la compu como si lo hubiera hecho toda la vida.  Se escribe, y se ve, con los hijos que están lejos y hasta se olvidan del viejo teléfono para contactar con sus amigos y les escriben en e-mail sus ideas y vivencias.  
Por lo general están satisfechas de su estado civil y si no lo están,  no se conforman y procuran cambiarlo.  Raramente se deshacen en un llanto sentimental.  A diferencia de los jóvenes; ellos conocen y ponderan todos los riesgos.  Nadie se pone a llorar cuando pierde: sólo reflexiona y toma nota, a lo sumo.  
La gente grande comparte la devoción por la juventud y sus formas superlativas, casi insolentes de belleza, pero no se sienten en retirada.  Compiten de otra forma, cultivan su propio estilo...Ellos no envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte, o de los que lucen un traje Armani, ni ellas sueñan con tener la figura tuneada de una vedette.  En lugar de eso saben de la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la experiencia.  
Hoy la gente de 60, como es su costumbre, está estrenando una edad que todavía NO TIENE NOMBRE, antes los de esa edad eran viejos y hoy ya no lo son, hoy están plenos física e intelectualmente, recuerdan la juventud, pero sin nostalgias, porque la juventud también está llena de caídas y nostalgias y ellos lo saben.  
La gente de 60 de hoy, celebra el sol cada mañana  y sonríe para sí misma muy a menudo...
Quizás, por alguna razón secreta que sólo saben y sabrán los de sesenta en el siglo XXI.
Anónimo